Tan solo una superficial observación de las actividades de los niños nos muestra el importante papel que el juego ocupa en ellas.
Sin embargo, cada vez de mas pequeños, los niños son iniciados en el camino del aprendizaje hacia el mundo del adulto, minimizando el valor del juego, se dedica poco tiempo al jugar, y cuando se hace se observa que el juego es cada vez mas rígido y estereotipado (los adultos buscamos resultados), los juguetes “tecnológicos” terminan con la espontaneidad, a pesar de ello los niños nos siguen demostrando que una simple olla y cucharas tomadas de la cocina de mamá pueden crear un mundo fascinante, rico en imágenes y emociones.
Son los niños los que en primer lugar dan al juego espontaneo su tiempo y espacio propio. Porque el acto de jugar además de ser una necesidad propia de la edad, es un disparador de la creatividad y un estimulo para el crecimiento.
El juego en ellos, es una actividad que tiene el fin en si mismo, no trata de conseguir objetivos ajenos sino que la propia actividad resulta placentera.
El niño en cada secuencia del jugar acomoda la realidad a su propia conveniencia a la vez que la aprehende y descubre sus propias reglas, proporcionándoles una liberación en tanto que sus deseos se cumplen como él desea, jugando se relaciona, elabora conflictos, escenifica sus fantasías, plantea preguntas, a través del juego el niño hace activamente lo que sufre pasivamente, en el jugar el niño se constituye, se dona un cuerpo, se construye un tiempo y un espacio, la sexuacion, el dolor, el acceso al lenguaje, la capacidad de soñar, es por todo eso que es la vía regia para acceder al tiempo de constitución de un niño y a las fallas o los puntos de detención en su constitución.
En principio, si un niño juega, y aun lo hace como sus pares, a su tiempo, podemos pensar que se esta estructurando correctamente, y en una cronología que es la esperable.
Un niño que juega es mas creativo porque aprende que hay infinitas formas de resolver un problema, sabe explorar, sabe descubrir, sabe como entablar relaciones sociales.
Dentro del juego, los juguetes desempeñan una función de apoyo que en muchos casos no es esencial.
Esto es evidente pues, los niños pueden jugar a muchas cosas sin juguetes. Así un bloque de madera puede ser el mejor auto, una fina rama de árbol la mas heroica espada en el juego simbólico.
Probablemente la costumbre de regalar juguetes complicados al niño, no depende tanto del placer que el niño pueda encontrar jugando con ellos, como del deseo de impresionar al niño. Sin embargo, lo que resulta mas esencial que los propios juguetes es que los adultos estimulen y participen del juego del niño.
Detrás del pedido de un juguete sofisticado y caro muchas veces suele deslizarse un pedido de participación.
Revalorizar el juego espontaneo y libre en los niños, un juego sin consignas ni objetivos preestablecidos por el adulto permitirá acompañar activamente su crecimiento y desarrollo. Los adultos debemos brindar a nuestros niños un espacio en el cual se privilegie la expresión, la posibilidad de comunicarse, de disfrute, que se juegue por el placer de jugar por jugar, pues donde hay juego hay niñez.
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